Vivir y morir en Venezuela se ha convertido netamente en un pan de sal de lágrimas, excepto la de aquellos que ostentan el poder, son los únicos que tienen derechos humanos, riquezas, poder, bienes y poseen en sus labios, la última palabra.
Leer la prensa a diario, las que quedan que no son del régimen, es cohabitar en la tragedia mas paupérrimas de la historia de un país que ha sido golpeado gradualmente por los que han gobernado sus tierras, lo más extraño y al pasar el tiempo es que ningún tipo de madurez socio política ha tenido arraigo en los retorcidos cerebros de los que gobiernan; lo más insólito, esta causalidad ultrajante continúa su marcha inexorable, intrincable e inevitable en las páginas de una historia del cuento del no terminará y de su inmadurez infinita.
Podemos decir que los gobiernos pasados “eran un entonces”, actual son “un entonces” e indudablemente colocados en la parte opuesta de la historieta, pero inducido al peor rumbo. A partir de los 90 penetra en Venezuela como un saeta envenenada el renacimiento de un cuento socialista, hoy inmaculado gracias “al comandante supremo” y venerado en forma ciega y criminal por parte de sus seguidores cuyos viven traumatizados sin saber hacia donde tirar, cruda es su realidad, diversos son sus dolores, viviendo arrimados en un mundo de osificada confusión y pudriéndose en vida entre un sistema que los engulle paulatinamente, se los traga insaciable hasta la raíz; lo ininteligible se dejan llevar por una corriente que los asfixia y les impide ver la realidad que se los está devorando en manera alarmante y entre un legado heredado corrompido de tal manera que le es imposible salir de su atolladero.
Hoy el PSUV dividido por sus diferencias y conjeturas, allanado por el temor, vilipendiado por la corrupción, el parcelismo, la burocracia, inclinados a la balanza de la extinción y llorando la pérdida de su liderazgo nacional, intentan empujar el barco nuevamente hacia aguas de afluentes tranquilos y productivos, sin embargo, es demasiado tarde, ya están sobre aguas turbulentas, infranqueables, tormentosas, aquellos remansos que costearon durante más de una década ya no existen, un motín esta reventando en su borda que terminará por hundir la embarcación hasta el más bajo fondo oscuro de su proa.
¿Quién lleva el timón en la tormenta?
El nuevo comandante gira a babor y mueve el timón en manera enloquecida, no entiende la lectura de la brújula, y si sabe, se desatiende y se catapulta a los caprichos de las mentiras que le otorgaron y heredó de su capitanía del comandante extinto, además no sabe a dónde va y timonea intentando buscar en el horizonte la luz del sol, cual jamás y a pesar de sus esfuerzos no logra distinguir, dirigiendo a la embarcación a rumbos inciertos y sin motivo aparente, el amotinamiento del cual sufre de los seguidores del Chavismo y del pueblo entero inducido por culpa de su brusca travesía debido a su mal manejo, hace que se vaya al mismo demonio con su tripulación roja y con todos los esclavos de su comándatela, se está yendo al fondo del abismo, sin salida, hoy ni Mandrake el mago, menos su comandante supremo o el mismo Jesucristo podrán sacarlo del atolladero que se lo está engullendo con gran ligereza y donde está destinado a morir con las botas puestas.
¡Ah! Y pobres diablos de los chavistas, se hundirán con su capitán en manera desastrosa y sin salvación y con ellos el pueblo que sufre de la desgracia.
¿Y la verdad?
La verdad transita encima de las velas de esa embarcación en tragedia ¿Y quiénes la tienen para tomar las riendas de la navegación y le dé un giro a tan descabellada travesía gubernamental? Eso ni lo sabremos en mucho tiempo, cuando la realidad llegue en dimensiones desastrosas compuesta por un 1000 % de inflación, estaremos amarándonos los pantalones con bejucos y las mujeres atándose las pantaletas con los harapos o jirones que van quedando de la pieza fémina.
Pasarán años antes de que alguien con los cojones bien puestos y con un corazón humilde le arrebate el timón a quienes piensan hundirnos en su nefasto pasar, cuando pase la tormenta, al comandante supremo y su socialismo castro comunista, el madurismo y el diosdismo forzado, venezolano alguno querrá recordar tan abrumadora y perpleja situación histórica, el socialismo Castro-Chávez quedará como un papel tóale usado y tirado a la papelera.