martes, 29 de mayo de 2018

LA VANIDAD INTOLERANTE MATA A MADURO Y SUS SECUACES



Cada día el vuelo en la memoria es más comprimido, las paredes estomacales son una ciencia baldía, las penas se diluyen entre las venas, el cerebro llora lágrimas de recuerdos, el corazón es hilo que se desfragmenta por donde quiera.

Los venezolanos lloran para que no nazca el día del mañana, dar a los pequeños alimentos y comer es un problema. Hoy en Venezuela llenar el estómago es una batalla encarnecida y es más malvado que las obras de Maduro, cuando un venezolano en el Facebook saca a relucir todo su aposento de sabores y colores: hartándose de arepas rellenas, con la mesa llena de manjares y pasteles, con bebidas tibias, con la rojez del cristal de una botella cara, sonriente, mostrando que a pesar de la crisis él todo lo puede. ¡Ah! Todo eso es bueno, la calidez vibrante de la comida en la mesa y la refrescante tonalidad del aguardiente atosigando el cerebro de vanidad.

Pero mientras lo hacen a Modi Lodi, hay otros tristes que no pueden mostrar ni el rondar de una mosca sobre la mesa, solo pueden colocar recuerdos sobre el mantel brillante por el desuso y matar el hambre con el ayer, recordando que la revolución lo induce a pasar hambre a costa de su vida para defender una patria no se sabe de quién y para mantener a los revolucionarios en el poder.

La gente vanidosa es así, algunos se pasan de intolerantes, abombados por la vanidad matan con sus placeres a los pobres de espíritu, a los humildes del bolsillo, a los causados por la crisis que asesina atormenta. Si supieran cuanta tristeza generan se cohibieran de hablar con los pies, desnudos ante la fragilidad adversa de sus actos de mala monta. El que tiene conciencia comprenderá mi nota, el que no la tiene sucumbirá ante ella y me señalará como un idiota. Dirá con anatema ¡Bah! Yo trabajo y hago con mi dinero lo que más me importa. Nada inoportuna el secreto abierto en casa o subirlo al face, solo es un poco de consideración humana, lo demás es etiqueta.

En estos momentos de crisis humana en Venezuela, donde la buena poesía ya no cala y el amor es agua pasada, es bueno ser precavido y es mejor pasar por desapercibido que por necio.

La vanidad es el peor pecado del hombre según Dios, Jesucristo, David y Salomón. Mira la vanidad del presidente y de Cilia Flores, es impiadosa, desastrosa, inmoral y sugestiva, mientras sus mascotas están gordas y ellos en el mismo estado, incluso andando de fiesta en fiesta y de hartazgo en hartazgo, el pueblo hambriento y sin nada que colocar en la mesa se muere de hambre.

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