jueves, 15 de diciembre de 2016

MIS TRES HEROÍNAS



Reciente en el noticiero CNN en español vi algo que alucinó mis pensamientos, perturbándoles en manera admirativa, los masturbo con saña dulce, los enterró en una extrañeza uniforme, liza, detallada y como en un sueño irreversible las inundó con tierna simpatía.

Incrédulo a mis percepciones humanas, sensible a tantas consideraciones elementales, hundido hasta en la raíz de mis anteriores percepciones, quedé absorto y absorbido por el detalle de aquellas tres mujeres, encadenadas en X por sus propias manos, trajeadas de negro y con banderines tricolores en sus percheros.

Todavía con algo de jovialidad y lindas las dos adultas y muy hermosa y dulce la más joven, demudadas las tres en el dolor y sumergidas en el trajinar de lágrimas viajeras, se enclavaban paradas firme frente al Vaticano, ese detallado tan profundo y extraño sorprendió y encandilo la susceptibilidad de mi memoria.

Cerebro, sangre, carne, tendones y huesos se paralizaron y enmudecieron contemplado tanta gallardía fémina, y lo que parecía una película de ciencia ficción cuyas he visto a todo lo largo de mi corta existencia, el vislumbre de la escenificación socio política se convirtió en una densa y cruda realidad, sin embargo, bella, delgada y fina como un hilo de araña en suspenso.  Suspiré con profundidad y deseé estar al lado de mis tres heroínas, firme, enamorado de su acción ennoblecedora y su lucha constante por sus amados esposos, una lucha que no queda simplemente en liberar a sus caballeros, si no en igual, por su patria amada Venezuela.

La atmósfera en semi penumbra de los alrededores del Vaticano alucinó mis pensares y quise estar allí al lado de mis tres heroínas, aparcadas en su lucha brillaban como luna nueva, los rizos dorados de Tintori, sus ojos temerosos, su rostro curtido por las luchas de emancipación, sus palabras asidas a la desesperación por lograr la liberación de Leopoldo, su familia y la esperanza democrática y de paz para un país la mantenían allí, sin capa, sin poderes especiales, obvio, netamente humana, con la fuerza de la esperanza, volando sin tener alas, residente tan lejos de su patria para demostrar a cada familia venezolana que hay que continuar luchando, sin parar, día a día, hora a hora, minuto a minuto y segundo a segundo, con la buena intención de lograr lo que anhela con amor y desesperación sobrehumana todo venezolano, la libertad del yugo Maduristas y sus secuaces, villanos de oficio, narcotraficantes, asesinos, forajidos, ladrones, mentirosos, engañadores y dictadores crueles en la nación caribeña.

Mis tres heroínas lejos de su patria, firmemente paradas en suelo extraño y extranjero, encadenadas, entumecidas por el fragor del clima helado, mostraban a cada venezolano un ejemplo digno, espectacular, especial, único, creo que ni Gandhi o Mandela hubiera hecho tal osadía para exigir alternativas de libertad, de derechos humanos y constitucionales para su país.

Me agrado ver la situación presentada por las tres señoras venezolanas, me encantó y me llenó de orgullo ser venezolano, de tener mujeres como estas siendo venezolanas de cepa, jubiloso me enamoré perdidamente como un niño de su acción noble y emprendedora, por la sed de la justicia, el honor, la verdad y por la buena vida,  a la vez me avergonzó que sean las mujeres quienes osadamente y sin cobardía enfrenten a un monstruo y a sus secuaces que envenenan y destruyen a la nación venezolana, si, que más que decir, nunca había visto película épica más real emitida por el CNN español, la decencia de su atmósfera aguerrida, dulce y hermosa naufragó en mis adentros y se poseyó sublime purificando por instantes precisos y nostálgicos tanto tóxico socialista en mi sangre, me hizo grande y pequeño, fuerte y sereno y pensé que si esas tres damas me llaman a la guerra en contra de este socialismo perverso y dañino, marcharía con los ojos vendados, ellas serían mis ojos, les daría mi vida y mi corazón fielmente en sus manos sin pensarlo dos veces.

Venezolanos, Chavistas, maduristas y pueblo entero opositor, vamos a esperar que nuestras mujeres hablen por nosotros, jodiera, es lo único que faltaba en esta patria de hombres que solo hablan en TV, gritan en diálogos y mítines para que la boca no le huela a estiércol, escriben desde sus casas como yo esperando la gracias de Dios y de otros que cuando van a una marcha solamente van a arrojar piedras y a quemar cauchos, aspirar químicos, huir como perros con el rabo entre las patas y abandonar a sus compañeros de protesta en manos de los militares y policías para que los masacren, asesinen, torturen y encarcelen.

Benditas sean nuestras mujeres, a ellas mi admiración, respeto y consideración. ¡Dios las bendiga!

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