Reciente en el
noticiero CNN en español vi algo que alucinó mis pensamientos, perturbándoles en
manera admirativa, los masturbo con saña dulce, los enterró en una extrañeza
uniforme, liza, detallada y como en un sueño irreversible las inundó con tierna
simpatía.
Incrédulo a mis percepciones humanas,
sensible a tantas consideraciones elementales, hundido hasta en la raíz de mis
anteriores percepciones, quedé absorto y absorbido por el detalle de aquellas
tres mujeres, encadenadas en X por sus propias manos, trajeadas de negro y con banderines
tricolores en sus percheros.
Todavía con algo de jovialidad y lindas
las dos adultas y muy hermosa y dulce la más joven, demudadas las tres en el
dolor y sumergidas en el trajinar de lágrimas viajeras, se enclavaban paradas
firme frente al Vaticano, ese detallado tan profundo y extraño sorprendió y
encandilo la susceptibilidad de mi memoria.
Cerebro, sangre, carne, tendones y huesos
se paralizaron y enmudecieron contemplado tanta gallardía fémina, y lo que
parecía una película de ciencia ficción cuyas he visto a todo lo largo de mi
corta existencia, el vislumbre de la escenificación socio política se convirtió
en una densa y cruda realidad, sin embargo, bella, delgada y fina como un hilo
de araña en suspenso. Suspiré con
profundidad y deseé estar al lado de mis tres heroínas, firme, enamorado de su
acción ennoblecedora y su lucha constante por sus amados esposos, una lucha que
no queda simplemente en liberar a sus caballeros, si no en igual, por su patria
amada Venezuela.
La atmósfera en semi penumbra de los alrededores
del Vaticano alucinó mis pensares y quise estar allí al lado de mis tres
heroínas, aparcadas en su lucha brillaban como luna nueva, los rizos dorados de
Tintori, sus ojos temerosos, su rostro curtido por las luchas de emancipación,
sus palabras asidas a la desesperación por lograr la liberación de Leopoldo, su
familia y la esperanza democrática y de paz para un país la mantenían allí, sin
capa, sin poderes especiales, obvio, netamente humana, con la fuerza de la
esperanza, volando sin tener alas, residente tan lejos de su patria para demostrar
a cada familia venezolana que hay que continuar luchando, sin parar, día a día,
hora a hora, minuto a minuto y segundo a segundo, con la buena intención de
lograr lo que anhela con amor y desesperación sobrehumana todo venezolano, la
libertad del yugo Maduristas y sus secuaces, villanos de oficio, narcotraficantes,
asesinos, forajidos, ladrones, mentirosos, engañadores y dictadores crueles en
la nación caribeña.
Mis tres heroínas lejos de su patria,
firmemente paradas en suelo extraño y extranjero, encadenadas, entumecidas por
el fragor del clima helado, mostraban a cada venezolano un ejemplo digno,
espectacular, especial, único, creo que ni Gandhi o Mandela hubiera hecho tal osadía
para exigir alternativas de libertad, de derechos humanos y constitucionales
para su país.
Me agrado ver la situación presentada por
las tres señoras venezolanas, me encantó y me llenó de orgullo ser venezolano,
de tener mujeres como estas siendo venezolanas de cepa, jubiloso me enamoré
perdidamente como un niño de su acción noble y emprendedora, por la sed de la
justicia, el honor, la verdad y por la buena vida, a la vez me avergonzó que sean las mujeres
quienes osadamente y sin cobardía enfrenten a un monstruo y a sus secuaces que
envenenan y destruyen a la nación venezolana, si, que más que decir, nunca
había visto película épica más real emitida por el CNN español, la decencia de
su atmósfera aguerrida, dulce y hermosa naufragó en mis adentros y se poseyó sublime
purificando por instantes precisos y nostálgicos tanto tóxico socialista en mi
sangre, me hizo grande y pequeño, fuerte y sereno y pensé que si esas tres
damas me llaman a la guerra en contra de este socialismo perverso y dañino, marcharía
con los ojos vendados, ellas serían mis ojos, les daría mi vida y mi corazón fielmente
en sus manos sin pensarlo dos veces.
Venezolanos, Chavistas, maduristas y
pueblo entero opositor, vamos a esperar que nuestras mujeres hablen por
nosotros, jodiera, es lo único que faltaba en esta patria de hombres que solo
hablan en TV, gritan en diálogos y mítines para que la boca no le huela a estiércol,
escriben desde sus casas como yo esperando la gracias de Dios y de otros que cuando van a una marcha solamente van a arrojar
piedras y a quemar cauchos, aspirar químicos, huir como perros con el rabo entre
las patas y abandonar a sus compañeros de protesta en manos de los militares y policías
para que los masacren, asesinen, torturen y encarcelen.
Benditas sean nuestras mujeres, a ellas
mi admiración, respeto y consideración. ¡Dios las bendiga!
No hay comentarios:
Publicar un comentario