PARTE I
En estos días de mala muerte en
Venezuela, observé atónito en una entrevista televisada, al trastornado
director del BCV. Escuchando una a una sus palabras me di cuenta de algo muy
importante que suscita in profundo y preocupante en la nación caribeña.
El infortunio de a 100 tiene una
importancia crónica, rayando en la tiranía, en lo especulativo, tonto y
macabro, por no escribir en descalabro. La sinvergüencería en un altísimo grado
catapulta a un descontrol sin freno a la decadencia más paupérrima de las
políticas de estado de Maduro, la acción
sopesable no deja de despertar un interés causado por tal operación, tan singular
y particular como toda la desavenencia improvisada del Colombiano, más bien
pareciera cosa de niños imperativos o malcriados que usan sus facultades
cognitivas como último recurso para lograr un levante, no parecen hombres de
pensamientos amplios, están jugando su juego al gato y al ratón en manera
incesante, azuzando una guerra imperdonable, sucia, desahuciada y descarrilada
cuya delinque en manera constante, atropellando en manera inhumana a cada uno
de los venezolanos.
Y es que en el pote entran todos los
venezolanos, obvio, quedan fuera del envase golpeado los que asestan los golpes, gritan, asustan,
maltratan y ordenan con descaro maledicente, son una minoría privilegiada que
ostenta y gozan de la riqueza del pueblo, adheridos a un poderío ajeno los
vemos diariamente en la TV llenos de vida, obesos, bien trajeados y gritando
barbaridades, gesticulando palabras y sumiendo al colectivo nacional en sus repetitivas
cadenas, entrevistas y discursillos mediocres, sumando y multiplicando la misma
arbitrariedad, repiten y repiten el mismo continuismo, nada nuevo, es como si
en el cerebro le hubiesen acoplado, insertado o incrustado un disco duro con
una capacidad de un (1) MB, un reducido espacio quemado donde incapacitados no pueden
almacenar más ideas para proyectar nuevas alternativas, da la impresión que la
capacidad creadora ha dejado de existir y ha dado paso a un auto fracaso
operativo muy dinámico y brutal.
¿Cuál es la realidad de los de 100? es
gratis su verdad y se siente latente en cada hogar venezolano, en las empresas,
micro empresas, entidades bancarias y más que todo afecta al gobierno y sus
políticas cambiarias y no cambiarias, ¿Por qué Maduro decidió en sus
acostumbradas y complejas improvisaciones eliminar de un sopetón los de 100 y
darles a los venezolanos un plazo de 78 horas para su devolución a las bancas?
Es fácil de comprender.
El gobierno está ahogado en su propio
patio y ya no encuentra que inventar para alimentar la base hundida en arenas movedizas
de su poder comunista. Durante el gobierno de Maduro se culpa al imperio de ser
el ultimador de las políticas socialista, es un caso vergonzoso, no se lo creen
ni ellos mismos, lamentable lo hacen creer a una empobrecida muchedumbre
hambrienta, agotada y comprada con regalos, salarios y bolsas del Clap. De su
rotundo fracaso en fracaso culpan en igual a la MUD y a las empresas privadas
generadoras de una supuesta guerra económica, tienen años vendiendo ese
envoltorio vacío el cual dan de comer a sus engañados y confundidos seguidores;
crearon un cuento chino sobre
paramilitares colombianos asediando a Venezuela encabezados por Álvaro Uribe,
vistos por el régimen como enemigos del socialismo que tienen la intención de
asestar un golpe de estado, mas todo ha sido un nefasto montaje trivial y
embustero para enriquecer el odio nefando de su clientela, inmiscuir a la
oposición y motivar a crear ascuas en los corazones divididos; forjaron el
cierre de la frontera, actividad que causaba según la revolución, la perdida de montañas de divisas y alimentos
de la nación, emulado por un contrabando en las fronteras Colombo venezolanas; por
la TV, prensa escrita y radial gritaron dándose en el pecho era lo que contribuía
al desabastecimiento nacional, otra gran mentira que terminó fortaleciendo los
problemas de abastecimiento a nivel nacional, todo empeoro. Con la inmensa
proliferación de las kilométricas colas en todo el país por sus habitantes en
busca de productos de primera necesidad se creó un nuevo sector inducido por la
carencia de medicamentos, el alto costo de productos, el descarrilado desabastecimiento,
el acaparamiento y el nacimiento de lo que ellos denominaron coloquialmente “el
bachaqueo”.
A raíz de la ola de anomalías culturales
de alimentación y salud, se culparon a las empresas y a grupos irregulares de
la manifestación delictiva y se implementaron nuevas órdenes, la operación de
exterminio por orden ejecutiva de las anomalías de transacciones de la economía
de abastecimiento y comercialización fue más que una guerra defectuosa entre
pueblo, empresas, políticos y gobierno, esta opción contribuyó a decomisar, encarcelar,
expropiar y humillar a cientos de individualidades, familias y empresariales,
sin embargo, nada de lo ejecutado ofreció resultados concretos y la miseria se
incrementó en gran manera, alojando en los venezolanos más hambre, más pobreza
y una marginalidad dolorosa y andrajosa, se dieron indicios de una pobreza
absolutista y cientos de familias comenzaron a vivir de los desperdicios de los
basurales y otros a robar para sobrevivir, abandonados en un país donde el
gobierno los arrincona a una muerte prematura. Maduro y sus secuaces no
respetan ni siquiera a los niños para ofrendar a puerta abierta una guerra
interminable contra la AN y la MUD, ellos creen que destruyendo a los dos entes
terminaran con la crisis provocada por sus políticas socialistas fracasadas,
pero no es así, ellos son el problema y poco les importa la ciudadanía, es
impensable.
Para enfatizar más la problemática
existente el gobierno atacó con sus emisarios a las únicas empresas productora
de recursos de productos de primera necesidad, las empresas bajo la opresión
las políticas de maduro se derrumbaron a su muerte, la falta de divisas,
materia prima y asfixiados por un bolívar cadáver pulverizado por las políticas
económica demandantes y cadavéricas del socialismo, terminaron por ceder,
sucumbiendo ante los distintas supervisiones constantes, saqueos exhaustivos, decomisos
y robos de que eran objetos. Todo se derrumbó como la canción de Emmanuel, las
empresas mordieron tristemente el polvo ante la mirada atónita de sus jefes y
trabajadores, imposibilitando con esta norma dictatorial indescriptible una mejor
calidad de vida de todos los venezolanos. La única empresa privada que quedo en
pie fue la POLAR, sin embargo, fue culpada de ser desestabilizadora, cómplice
del imperio y de causar el desabastecimiento que azotaba al pueblo venezolano.
La empresa polar fue desacreditada,
injuriada, maniatada, agredida, saqueada en diversas ocasiones, expropiada sin
contemplación, incluso pasó por la inigualable vergüenza de ver caer a sus
representantes, son allanados sin orden judicial sus hogares por distintos
cuerpos policiales y militares, fueron sin razón cuestionados, humillados,
torturados y encarcelados. Con la operación de quítate tú para ponerme yo, bajó
en su totalidad el abastecimiento de diversos productos de gran consumo de los
venezolanos, en especial la tan añorada pan harina, el alimento hecho arepa más
consumido en Venezuela, aparte del trigo que es hecho pan.
El Hambre de apoderó inexorable del
pueblo venezolano, grandes y chicos padecen por las políticas frustradas de Nicolás
Maduro, las esperanzas colapsan, las colas siguen su rumbo incierto, los
productos desaparecen casi todos en su totalidad, el hambre se recrudeció
debido al desabastecimiento y con esta fatalidad se generó otra con mucha
ponderación: cientos de muertos y necesitados a causa de la carencia de
medicamentos en farmacias y hospitales.
Por esta causalidad innoble el Poder ejecutivo creó por bocas de Maduro los
mal llamados CLAP otra nefanda improvisación nacional con la intención de darle
corte al suceso indetenible del alto costo de la vida venezolana y a la más
alta inflación del mundo.
Con los CLap los de 100 se fueron al
carajo, las bolsas de alimentos fueron a parar solo para algunas zonas
Chavistas y no alcanzaron para tanto pueblo, el ejecutivo y sus voceros para
apagar el fuego abrasivo de odio que desmembraba aquella nueva maniobra
gubernamental fracasada, emitieron por TV que las bolsas de comida eran solamente
para los más pobres, ligeros en su apoplejía apresurada se dieron cuenta del
error cometido y la burrada de su traviesa y desesperada torpeza, retornaron
con sus caras muy limpias a la TV e intentaron taponar el error cometido, discrepando
que la bolsa era para todos, que ridiculez, todo un circo de locura y de desfachatez
sin control.
Siguió su curso la falta de alimentos,
medicinas y subiendo a millón todo tipo de cosas, nada parecía detenerse, el
pasaje de transporte aumenta a diario, la ropa y calzado, así como equipos de
PC, línea blanca, repuesto de cualquier índoles entre otros subieron a precios
inalcanzable, la gente dejo de salir de sus casas para realizar compras de
costumbre, el sueldo se volvió agua y el estómago comenzó a recibir solo saliva
y aire, la desnutrición se hace presa de los niños y los tiempos antaño
volvieron a reaparecer por arte de una política de magia y de ilusionismo de
terrorismo socialista.
El poder adquisitivo de los marrones se
hizo añicos, con un billete de cien bolos solo se podía adquirir dos caramelos
y para comprar un cartón de huevos 50 billetes de 100, la muerte precipitada
del bolívar en cien fue ineluctable, el cuelgue de la aparente política que
asimila alquilada el rostro político socialista implantado en Venezuela, ha
concluido en una desesperante vivencia nula del venezolano.
Para
continuar implementando su cuota de poder y su ya perdida credibilidad
gubernamental, el gobierno crea otra
historia ficticia para llamar la atención del venezolano y sobrealimentar su
desgastado ego en sus seguidores hambrientos y desesperados, cuentan sobre el acumulamiento de grandes reservas
del marrón en manos extranjeras, presuntamente con la finalidad de lavar y extraer la moneda venezolana para crear desestabilización monetaria, la
nueva historia encima de tantas otras increíbles sobrepasa los limítrofes de
una historieta de una y mil noches de fantasía.