De pana que existir en estos
días de angustia es una aferencia, no hay detalles para administrar en manera
constante una animación sin precedentes. Me pongo a mirar a través de una mira
de ilusión y es poco lo que puedo mirar, apenas a ojo de hormiga puedo
contemplar a ciegas que la existencia esta coronada por la pesadez de una grave
nostalgia, esa causalidad inquieta, una pesada anomalía, pesa como un tanque de
guerra en las vértebras lumbares, pesa tanto como agua almacenada en un pozo
profundo y sin fondo.
Cuesta sentarme, cuesta
acostarme incluso en posición fetal,
duelen las costillas y a veces duele toda el alma, el esqueleto impávido
es incapaz de soportar el dolor de su propia pesadumbre, es inevitable pensar,
pensar también duele y duele hasta llorar, los ojos se beben un desierto
cálido, enervante, misterioso y polvoriento, los ojos son un espejo irascible,
amargo, sin brillo, aposentados en un silencio desgarrador y violento, agresivo
pero dormido en una historia que aún no termina por romper ahíta su cascaron
golpeado.
Mientras existir en estos días
vanos es una enfermedad, extinguirse también es el placer solitario de una
carne que ya no soporta el peso de su tragedia transita…sin embargo, despertar
también es indicativo de gritar en la nada el repertorio de una canción de
libertad.
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